
Investigadores de la Universidad Estatal de San Francisco aseguran que las personas que trabajan duro para desarrollar una técnica o habilidad, como resolver un problema matemático o aprender a conducir, pueden experimentar estrés intenso durante el aprendizaje, pero a largo plazo son más felices que quienes no sufrieron. Ya lo dice el refranero: la letra con sangre entra, y quien no arriesga no gana.
Según explican Ryan Howell y sus colegas en la revista Journal of Happiness Studies, las personas implicadas en actividades que fomentan la competencia, ya sea en la escuela, en el trabajo o en el gimnasio, son menos felices durante unos momentos en los que, además, están sometidos a altos niveles de estrés. Sin embargo, una vez concluye la jornada, las habilidades adquiridas le proporcionan más felicidad y satisfacción que a otros sujetos. Los hallazgos sugieren que el proceso de volverse eficiente en algo exige “dolor” si queremos obtener bienestar a posteriori.
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